Visitar la ciudad de Córdoba es la oportunidad perfecta para descubrir un lugar con historia y disfrutar de la belleza cultural y arquitectónica a orillas del Guadalquivir.
Sus orígenes, en plena Edad del Bronce Final (siglos IX y VIII a.C.), y su pasado histórico son los principales responsables de la belleza que desprende, con una situación ideal cerca del río como una importante zona de comercio siglos atrás. Todo ello ha dejado huella en una ciudad tan hermosa como esta.
El Alcázar de los Reyes Cristianos representa, la muestra más importante de la evolución de la arquitectura cordobesa donde se combinan restos romanos, visigodos y árabes, siendo esta fortaleza del antiguo Palacio Califal el lugar preferido de los gobernantes de Córdoba.
El esplendor, la hermosura y la autenticidad de sus patios sorprenden a cualquiera que se acerque a visitar tal monumento. El Alcázar cuenta con dos patios de los cuales el mudéjar destaca por la bella estampa que ofrece al visitante.
Construidas en una parte del terreno del Alcázar en 1570 por orden de Felipe II, que era un fiel aficionado a los caballos, estas estructuras de marcado estilo militar fueron lugar de cría del caballo andaluz de ascendencia árabe.
Se trata de un conjunto de edificaciones ordenadas por Fernando III el Santo tras la conquista de la ciudad en 1236 y muchas de ellas, con un estilo románico entrelazado con el gótico y el mudéjar, fueron construidas sobre mezquitas.
La Ciudad Brillante que el primer califa cordobés Abderramán III mandó construir al noroeste de la ciudad, fue concebida como nueva sede del gobierno del califato y residencia habitual del califa. Aunque se dice que la ordenó construir por su esposa más querida, al-Zahrá (Azahara), se cree que las razones políticas e ideológicas son las que verdaderamente justifican tal construcción.
La Mezquita-Catedral de Córdoba es, uno de los principales monumentos arquitectónicos de la ciudad, fue declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1984, representando así el culmen del estilo omeya en España. Combina a la perfección el uso de varios estilos: gótico, renacentista y barroco.
En sus orígenes, ya en tiempos visigodos, era conocida como la basílica de San Vicente, compartida por musulmanes y cristianos hasta que Abderraman I decidió destruirla y construir sobre ella la mezquita, que todavía hoy mantiene algunos rasgos de la antigua edificación.
Esta mezquita cuenta con dos zonas diferenciadas: el patio o sahn porticado, donde podemos encontrar el alminar, y la sala de oración o haram.
Esta bella construcción, situada en la plaza de Don Gómez, cuenta con doce preciosos patios y un hermoso jardín y sus dependencias albergan numerosas y heterogéneas colecciones: pinturas, vajillas, mosaicos, tapices, azulejos, armas de fuego... Destacan la colección de guadamecíes y la gran biblioteca.
Junto con la mezquita y su entorno, conforman una de las estampas más hermosas de la ciudad, especialmente al atardecer o bajo la luz de la luna. Su estructura principal data del medievo y ha sufrido varias remodelaciones, la última en 1876.
En su extremo sur se levanta la torre albarrana, declarada monumento histórico-artístico. Encargada por Enrique II de Trastámar, cuenta con una situación estratégica en la entrada de la ciudad por lo que constituye una construcción de gran importancia en la historia militar de Córdoba. Actualmente acoge el museo Roger Garaudy.
Templo hebreo ubicado en la judería de la ciudad, es la única sinagoga de Andalucía y una de las pocas que todavía se conservan en España. Declarada Bien de Interés Cultural en 1885, utilizada como lugar de culto hasta la expulsión judía en 1492 y, posteriormente, sirvió como hospital, ermita de San Crispín y escuela infantil.
Ubicado junto al Ayuntamiento de Córdoba, está dedicado al culto imperial y formó parte del Foro Provincial, así como el circo. Algunas de las partes originales del templo se pueden ver en el Museo Arqueológico o en algunas de las zonas de la ciudad, como es el caso de la columna estriada de la plaza de las Doblas.