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        Historia del edificio

        Una casa palacio barroca que nos traslada al s. XVIII

        Esta Casa Palacio construida a mediados del siglo XVIII jugó un papel importante en la historia de España. Y es que durante la Guerra de Independencia (1808-1814) el edificio original albergó la Embajada Británica, cuya ubicación fue fundamental en la defensa de Cádiz y su abastecimiento por mar.

        Durante el período bélico la habitó el Embajador Sir Richard Wellesley, hermano mayor de Arthur Wellesley, más conocido como el Duque de Wellington, una de las principales figuras militares y políticas del Imperio británico en el siglo XIX. Se cree que algunas de las estrategias del ejército aliado para expulsar a las tropas napoleónicas de la península ibérica se planificaron aquí.

        Una vez finalizada la Guerra, tanto la Embajada como las Cortes y otras instituciones de gobierno se trasladaron a Madrid. Posteriormente, en 1851, el comerciante Benito Cuesta y Blázquez adquirió la casa a la familia Trechuelo y llevó a cabo una remodelación íntegra; transformando aquel edificio barroco en el de estilo isabelino actual.

        Las Casas Palacio de la época se organizaban con cuatro plantas según los usos, almacenes en la planta baja, sobre ella despachos de la actividad comercial, la vivienda principal en la planta noble, con mayor altura y decoración más rica y en la última planta las dependencias de la servidumbre más sobrias.

        En concreto, esta casa se estructura alrededor de un patio central de gran altura, cubierto con una bellísima montera de vidrio y hierro. Al fondo de éste arranca la escalera imperial construida en 1860, y sobre ella una de las torres mirador con garita más relevantes de la ciudad.

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        Riqueza cultural y arquitectónica

        Durante tu estancia en el Áurea Palacio de Sagasta, podrás admirar una gran variedad de elementos arquitectónicos restaurados que resaltan la singularidad de este edificio. La fachada exhibe balcones ornamentados y cierros elaborados en madera del siglo XIX. Su impresionante portada de mármol blanco, que data entre 1738 y 1743, exhibe el escudo heráldico de la familia Díaz Trechuelo, los primeros residentes.

        Descubre la esencia original del edificio al adentrarte en su típico patio central, característico de las Casas-Palacio de Cargadores de Indias y déjate cautivar por la belleza de la escalera principal, restaurada con mármoles y yeserías. La montera del patio, una cubierta acristalada, ilumina y protege el espacio central. Para recuperarla ha sido necesaria una importante rehabilitación puesto que los años habían dañado los cristales y la estructura.

        Áurea Palacio de Sagasta ofrece vistas panorámicas de la ciudad desde la torre de garita octogonal, rehabilitada para recobrar su esplendor original, convirtiéndose así en un símbolo emblemático de la arquitectura gaditana.

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